Sunday, March 12, 2006

Capítulo IX

“Alberto me miró fijamente a los ojos y dijo, para dar por concluida la discusión: ‘Papá, no tomamos un solo centavo del erario. Todos los recursos salen de la plusvalía de los terratenientes’”.


“Día 143 después de la victoria. Pasado mañana se cumplen los primeros cien días del nuevo gobierno, de la gran marcha hacia la esperanza como se le ha llamado. Debo confesar que el ‘donativo’ forzoso que nos han pedido a todos los empleados públicos para sufragar los festejos ha sido causa de disgustos disimulados y de críticas en lo secreto. Es lógico, a nadie le agrada ver recortados sus ingresos y no siempre los encargados de la colecta tienen el tino de actuar comedidamente. Ni hablar. En la televisión, en el nuevo programa diario Las charlas del Presidente, García Tejedor ha dicho que esta forma de financiar los festejos de los primeros cien días es una muestra del escrúpulo con que el nuevo gobierno maneja las finanzas públicas: La austeridad republicana que estamos aplicando todos los días – enfatizó- ha demostrado que mentían todos aquellos que quisieron asustar a la gente con leyendas negras sobre el despilfarro de los gobiernos progresistas. En silencio, Rosario ve conmigo este mensaje presidencial. Carraspea de pronto y dice como para sí misma, viendo hacia al aparato televisor: ‘- Vaya, nos quita el dinero y ahora quiere que además le demos gracias por ser austero. Es muy fácil presumir de austeridad cuando somos los demás los que pagamos’. Conforme decía esto el rostro de Rosario se fue enrojeciendo. Estaba furiosa. Se levantó bruscamente y dijo: ‘Disculpa, tengo mucho que lavar’.
“Me siento entre la espada y la pared. Por su lado, mi hijo Alberto defiende ahora con vehemencia al gobierno que antes criticaba y tilda mis objeciones a la moralidad de su nuevo trabajo como críticas burguesas (habla como lo hacía yo en la escuela preparatoria hace treinta años, ¡yo creía que ya habían quedado en el olvido esos adjetivos!).
“Alberto justifica las buenas ganancias que le está proporcionando su trabajo –lleva una comisión del 5 por ciento, por cada expropiación o donación que promueve – diciendo que los recursos salen de la plusvalía de los terratenientes, no del presupuesto público. La comisión se financia del valor de las tierras expropiadas o ‘donadas’ y se la paga un consorcio constructor que preside un amigo de mi jefe, el licenciado Ortiz. La discusión terminó cuando me miró a los ojos y sentenció: ‘Papá, tacharnos de corruptos es una calumnia burguesa. Trabajo mucho por el bienestar de la gente y sólo recibo la paga que merezco’. Cada vez entiendo menos y no tengo a quien confiarle estas crecientes confusiones que están perturbando la armonía familiar y mi estabilidad emocional.
“Es curioso. Durante su charla televisiva de hoy, García Tejedor habló de literatura. Dio una versión simplificada de un episodio de Los Miserables de Víctor Hugo. Vaya personaje, además de todo lo que hace se da tiempo para leer”.

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