Capítulo XII
El protagonista se remonta al pasado buscando una explicación para sus perplejidades. Discute el espinoso asunto de “la detención de Camargo”.
“Día 208 después de la victoria. Ayer se celebró el octavo aniversario de la famosa ‘Detención de Toño Camargo’, evento que es el origen remoto del triunfo de la gran marcha hacia la esperanza. Lo curioso es que ahora la figura real de este héroe se ha ido desdibujando para convertirse en mito. Por ejemplo, ya se habla de Toño como mero ‘precursor’ del movimiento y paulatinamente García Tejedor se ha convertido en el único líder. Circula profusamente por la red, mediante correos electrónicos firmados con pseudónimos, un texto inquietante. Ahí se afirma que el legado de Toño Camargo fue gradualmente expropiado por algunos de sus colaboradores – especialmente por García Tejedor – quienes poco a poco se fueron apropiando del capital político de Toño, de su inmensa popularidad, para desviar el movimiento de la esperanza hacia los fines sectarios de una camarilla de aventureros. Es obvio que esta versión es divulgada por personajes despreciables – la famosa banda de los cuatro que fue expulsada del partido – y que hoy se han escondido en el extranjero. Es una versión que hay que tomar con profunda desconfianza.
“Sin embargo la versión de estos traidores como tiene un punto a su favor, es decir: Tiene algunos gramos de verosimilitud que resultan inquietantes. La incógnita, que tal vez nunca resolveremos, se refiere precisamente al evento de la detención de Camargo hace ocho años. Vista a la distancia, la célebre detención ya no parece tan sólo una sucia maniobra de los reaccionarios para frenar la carrera de un ídolo popular (acusado entonces, recuérdese, de mal uso de los recursos públicos que recibía el POC -partido de los obreros y campesinos- que entonces encabezaba el propio Camargo) sino también una estrategia perdedora a la que empujaron a Toño algunos de sus cercanos colaboradores, que después fundarían el PEP, Partido de la Esperanza Popular, usando la herencia de Toño.
“Según la versión clandestina Toño fue alentado por estos colaboradores a seguir una estrategia suicida que lo llevaría a la cárcel irremediablemente (recuérdese la famosa tesis de que NO debería seguir una defensa jurídica para evitar la cárcel, sino encabezar desde la prisión un movimiento de regeneración nacional) y que lo apartó, en la práctica, de cualquier posibilidad de llegar al poder. El formidable capital de popularidad de Toño – aislado de los mecanismos que le habrían permitido mantenerse en el ánimo de los electores- fue trasladado a la cuenta de García Tejedor. Camargo enfermó (tal vez decepcionado por el curso que habían tomado las cosas) y falleció pocas semanas después de salir de la cárcel, fulminado por un cáncer. ‘Perdimos un candidato, pero ganamos un mártir’ aseguran que dijo entonces García Tejedor.
“No sé qué pensar. Solamente imaginar que esta versión fuese cierta, que García Tejedor empujó deliberadamente a Toño a la cárcel, me provoca naúseas”.
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