Sunday, March 12, 2006

Capítulo XIV

Alberto libra exitosamente la guerra de rumores que podía afectarle. Al protagonista lo siguen atenazando las dudas: ¿La moral es relativa a lo que hoy llaman “acción revolucionaria”?, ¿el bien de la causa, que es difìcil de distinguir del bien de un caudillo, es lo que ahora “purifica” todo?


“Día 212 después de la victoria. Apenas regresó Alberto a la ciudad he conseguido entrevistarme con él. De entrada, es tal mi desasosiego, le comento de las críticas, en columnas políticas de algunos diarios, al programa de expropiación de tierras, al que han calificado de un ‘nido de corrupción en el que pronto García Tejedor meterá orden sin contemplaciones’. Alberto se ríe: ‘No te apures, son vestigios de la vieja prensa burguesa. Como no pueden atacar frontalmente el programa, los grandes capitalistas afectados ahora buscan desprestigiarlo con chismes y calumnias. Pero no hay problema: García Tejedor sabe lo que hay detrás de esta campaña y nos apoya incondicionalmente’. Le insisto que cómo puede estar tan seguro, que sin duda hay mucho de cuestionable, jurídicamente hablando, en el famoso programa de expropiaciones y, por lo tanto, podría estar en peligro de ser acusado de corrupción como todos los que encabezan ese programa. La respuesta me deja estupefacto:
- ¡Papá!, ¿a poco me vas a salir con el cuento burgués del estado de Derecho y esas monsergas? Mira, la acción revolucionaria es ahora la fuente suprema del derecho y de la legalidad, como siempre debió haber sido, Recuerda qué tan torcida era la supuesta legalidad antes de la victoria de la esperanza; ahora es radicalmente distinto: Si algo está contribuyendo a la construcción de un mejor futuro, si algo está colaborando para que avance la gran marcha de la esperanza, ese algo es perfectamente legítimo y moral.
- ¿Incluso robar, tomar lo que es no tuyo?
- ¡Para tu carro! Aquí nadie está robando, estamos haciendo justicia, estamos recuperando para el pueblo la plusvalía que los grandes terratenientes, ésos sí, le habían robado.
“Por ese tenor fue el diálogo y, ¿hay que decirlo?, al final me dí por vencido. Inútil entrar a los detalles – en los que, tal vez, estén las diferencias-, por ejemplo: ¿Y cuando esos recursos expropiados son fruto del trabajo de una o varias generaciones de familias que trabajaron la tierra? Hay varios casos. ¿Y cuando vemos que muchos de los expropiados ni siquiera eran grandes ricos, sino familias de clase media – tal vez, como nosotros- cuyo delito, al parecer, fue malquistarse con García Tejedor o con su gente? Sigo sin aceptar que la gran justicia se construya sobre los cimientos de miles de injusticias.
“Día 216 después de la victoria. Afortunadamente Alberto tuvo razón: Tan rápido como aparecieron se han esfumado los rumores en la prensa. Sentimientos encontrados: Me alegra que mi hijo no tenga problemas, pero me entristece saber que ha entrado a un terreno moralmente pantanoso”.

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